El aire acondicionado del coche, esa comodidad que tanto echábamos de menos en aquellos viajes de antaño, se instala ahora de serie en casi todos los modelos, ya sea en su modalidad más sencilla o como climatizador, que utiliza sensores para regular la temperatura automáticamente. En Miguel Torres Climatización te damos unas recomendaciones para sacarle el máximo partido.
Es la fatiga: con las temperaturas que sufrimos estos días el cansancio se agudiza si pasamos calor en un desplazamiento, y la peligrosidad aumenta. El cuerpo humano necesita hidratarse regularmente, y a veces, en verano, no lo tenemos en cuenta.
Diversos estudios recuerdan que si la temperatura del interior del coche llega a 30ºC los errores de conducción aumentan un 20%%. Es decir, afecta a la concentración. Y es que el calor en el habitáculo actúa como acumulador, hasta el punto que la temperatura interna puede llegar a ser 20ºC superior a la externa.
¿De cuántos grados hablamos?
Ni helarnos ni ahorrar pasando calor. El término medio, como casi siempre, es la respuesta. Para viajar debemos hacerlo entre 21ºC y 24ºC, según el número de ocupantes y nuestra percepción térmica, condicionada por la temperatura corporal.
En ese margen evitaremos resfriados provocados por diferencias excesivas entre las temperaturas interior y exterior. Por cierto, un uso adecuado de la climatización no se limita a ponerla. Hay que regular adecuadamente las salidas de aire en el habitáculo y no situar el ventilador a la máxima potencia en cuanto subimos al coche. Antes ventilaremos el habitáculo durante unos minutos abriendo las ventanillas, mientras ponemos en marcha el ventilador a bajas revoluciones —unos 3 ó 4 minutos—.
Esta puesta en marcha debe realizarse mientras rodamos algunos metros. Al principio, el aire saldrá caliente. Cuando el sistema esté preparado y comience a salir aire fresco aumentaremos la velocidad del ventilador hasta lograr la temperatura deseada, regulándolo a continuación hasta equilibrar la temperatura idónea.
Los expertos recuerdan que no es bueno dirigir el aire directamente hacia el rostro o el cuello, algo extensivo a cualquier otra parte del cuerpo. Como el aire frío es más pesado que el caliente, lo mejor es que las salidas centrales se dirijan hacia arriba; eso provocará el movimiento continuo por convección del aire en el habitáculo. Las salidas laterales pueden dirigirse hacia las ventanillas para minimizar la temperatura de los cristales cuando el sol incide sobre ellos. Comprueba que las rejillas estén limpias, no taponadas o cerradas.
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